viernes, 10 de agosto de 2007

amores


Todas las mañanas despierto llena de sueños y anhelos por cumplir a tu lado; paso los días mirando todo cuanto está a mi alrededor más hermoso y radiante de lo que realmente es; siento mariposas en la barriga tan sólo con recordar tus besos, tus abrazos, tu mirada...
Tu mirada; me gusta tantísimo esa mirada que cambia de color junto con tus emociones. Y tus ojos, definitivamente no pueden existir ojos más hermosos que tus ojos, esos ojos tan negros como las noches sin luna por momentos, y tan claros como el sol un segundo después. Esa chispita de luz que los ilumina cuando me miras al despertar aferrados uno al otro o después de hacer el amor.
Hacer el amor contigo es algo altamente adictivo;cuando estoy en tus brazos no puedo pensar en otra cosa que no sea fundir mi alma con la tuya. Sentir ese vayven dentro de mí es lo más similar a flotar entre nubes de algodón. Y tus caricias; no me cabe ninguna duda de que jamás encontraré quién me acaricie con tanta ternura, con tanta pasión y con tanta ansiedad por poseerme; jamás encontraré nadie que me acaricie como tú me acaricias.
Y ahora, con esta pequeña mariposita que revolotea en mi vientre, con este pequeño e indefenso ser que es fruto de todo lo que nos hemos amado, más que nunca estoy firmemente convencida de que no existe nada capaz de separarnos.
Me siento la mujer más dichosa del mundo entero sólo por poder compartir contigo mis mañanas y mis noches, mis momentos dichosos y mis amarguras; pero sobre todo, por compartir contigo a este pequeñito que ya empieza a crecer dentro de mi con tantas ansias por vivir como las que tenemos nosotros por amarnos y por amarlo a él.

miércoles, 8 de agosto de 2007

sonrisa


Aun recuerdo como si fuera ayer aquella fría noche de invierno cuando, descalza en la azotea, mirando la luna que brillaba tan radiante y con el rostro cubierto por las lágrimas me juré a mí misma que jamás volvería a enamorarme...
Una y otra vez me repetí que no debía volver a confiar en los hombres, que no todos son iguales, algunos son peores. Fueron muchos meses los que pasé encerrada en mi alcoba intentando matar todos y cada uno de los recuerdos que tan sádicamente me acosaban. Miles de veces lo maldije por haberme congelado el corazón.
Y es que, cuando una tiene el corazón congelado, no se puede sentir nada; ni dolor, ni nada... sólo un enorme ardor que ni las lágrimas calman. Y aunque las lágrimas lo calmaran, éstas se me terminaron aquella gélida noche de diciembre.
Pero ahora... precisamente hoy, al levantarme de la cama y mirarme en el espejo con esta sonrisilla pícara y absurda que se ha apoderado de mi rostro desde hace semanas, pude comprender al fin la razón de aquel adios. Pude comprender que sí, que mis lágrimas se terminaron y que a partir de ahora no habrá en mi vida más que sonrisas de felicidad.
Ahora que puedo mirarme al espejo y encontrarme cara a cara con la mujer más feliz y radiante que haya existido jamás; ahora que puedo ver caer la noche y estar tan segura de que para nosotros apenas comienza a amanecer; ahora que puedo despertar todas las mañanas en tus brazos; justamente ahora puedo asegurar que, si lo tuviera enfrente, no podría más que agradecerle a la vida por haber permitido que todo ésto pasara.
No tengo palabras suficientes para expresar todo lo que tú me haces sentir; es toda una mescla extraña entre una cama de nubes y un montón de mariposas revoloteando en mi barriga; es mucho más de lo que yo misma puedo reconocer... es simplemente amor. Puro amor.

lunes, 6 de agosto de 2007

Alborada


El sol comienza a brillar afuera con su mejor resplandor; un leve rayo se cuela por la rendija de la ventana y me acaricia sutilmente el rostro arrancándome de tan dulce sueño. Y sin embargo, todo a mi alrededor sigue pareciendo perfecto.
Basta con verte a tí, tendido en mi cama abrazado por el más tierno sopor para convencerme de que no necesito absolutamente nada más.
Me basta con despertar cada mañana y sentir que tú estás a mi lado; me basta con ver tu rostro colmado de satisfacción antes que ninguna otra cosa; me basta sentirme plena sólo porque puedo compartir contigo lo poco que tengo; me basta amarte para ser la mujer más dichosa.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Sonámbula


Son las 10:09 de la mañana... todo en derredor parece ser parte de un sueño macabro. Mis ojos se revelan negándose a permanecer despiertos y me cuesta incluso distinguir en qué día vivo.
Me levanto de la cama todos los días y, al mirarme en el espejo, busco entre mi repertorio una sonrisa tierna para mostrar al mundo. Salgo de mi casa con la firme convicción de ser feliz; y mi día transcurre lenta y sádicamente entre un montón de preguntas sin respuesta...
Y luego llega la noche; y entre aquel cielo multicolor en el que apenas comienzan a destellar unas cuántas estrellas encuentro que sólo hay una respuesta para todo ese saco de preguntas que intentan derrumbarme a la mitad del camino. Y me aferro a esa respuesta porque se que es lo único real que tengo en estos momentos.
Me aferro a la certeza de mi propia entereza para no caer.

lunes, 30 de julio de 2007

Secuelas


Hoy, igual que muchos otros días, desperté un poco antes de que sonara el despertador; hoy, igual que muchos otros días, necesité mirar a mi alrededor nuevamente y restregarme los ojos para estar segura de que estaba completamente despierta; hoy, igual que todos los días desde hace mes y medio, me levanté de la cama de un salto con la sonrisa en mi rostro más radiante a cada minuto... hoy, igual que muchos otros días, estuviste tú en mi mente antes que ninguna otra cosa; antes que la hora, antes que la ropa que me pondría para ir al trabajo, antes que las tareas atrasadas o el almuerzo del día.
hoy, igual que muchos otros días, fuimos tú y yo lo único importante en mi vida.
pero hoy, también igual que muchos otros días, un pensamiento absurdo nubló esa felicidad; hoy, igual que muchos otros días, el recuerdo de un pasado doloroso me hizo detenerme a pensar en qué pasará mañana.
estoy asustada; tengo mucho miedo de despertar mañana y no encontrar esta sonrisa con la que he despertado los últimos días; tengo miedo de ver anochecer y darme cuenta de que nuevamente estoy completamente sola; tengo miedo de no volver a sentir tus abrazos; tengo miedo de no poder volver a besarte...
y todos esos miedos; y toda esa estúpida inseguridad, toda esa maldita obsesión por lo que pasará mañana, no son más que las secuelas de la herida que provocó él.
y me enoja; me enoja mucho su recuerdo; me enoja esta maldita manía que he adquirido de pensar siempre que tú eres mejor que él. me enoja esta maldita manía de estar comparando lo que tuve con él con lo que tengo a tu lado. y me enoja despertar cada mañana y darme cuenta de que él jamás saldrá por completo de mi vida. me enoja estar tan segura de que la herida ya sanó, de que hace mucho que dejó de sangrar; me enoja, porque día tras día puedo ver en el espejo la cicatriz de aquella herida.
y miro a mi alrededor, y veo mi mundo nuevamente en pie, y por más que busco no encuentro escombros entre todo lo que hemos construido tú y yo en los últimos días; sin embargo, puedo oler en el aire las cenizas de aquel fuego que me consumió hace ya ocho meses.